Más allá de la ley: Reflexiones sobre la cultura organizacional y el liderazgo
¿Por qué tuvimos que llegar a tener una ley que rija el comportamiento en el entorno laboral? La respuesta es compleja y llena de matices, sin embargo una cosa queda clara¨; es porque no hemos sido capaces de generar espacios seguros para todos de manera natural y autónoma. Porque por años se ha promovido una cultura de competencia y tensión en los ambientes laborales. Porque incesantemente se ha promovido a aquellos que consiguen sus resultados, sin importar mucho los medios utilizados para llegar a conseguirlos.
Es por esto que hay mucho más en juego que simplemente cumplir con lo que está escrito en el papel de la nueva ley Karin, que previene, investiga y sanciona el acoso laboral, sexual y la violencia en el trabajo, que entrará en vigencia el próximo 1 de agosto. En ella se establece que las agresiones u hostigamientos pueden ocurrir no solo de manera reiterada, como señalaba la ley anteriormente, sino también pueden ser ejercidas una sola vez o en un solo acto por parte del victimario.
La ley, por supuesto, establece pautas claras sobre cómo abordar situaciones de discriminación o acoso en el lugar de trabajo. Es importante tener protocolos de acción para responder adecuadamente cuando surgen estos problemas. Sin embargo, me pregunto si simplemente tener estos protocolos u otras acciones preventivas y correctivas alcanza para hacerse cargo de una problemática tan compleja.
¿Es suficiente que las empresas tengan mecanismos para reaccionar ante los problemas una vez que ya han ocurrido? ¿los mecanismos de prevención que la misma ley propone son suficientes?
Según nuestra experiencia creemos que la respuesta es un rotundo no. Para abordar el problema de fondo debemos mirar más allá de las manifestaciones visibles y examinar las raíces profundas que alimentan estas dinámicas nocivas tan profundamente instaladas en las organizaciones. ¿Por qué ocurren estas situaciones en primer lugar? ¿Qué hay en la cultura organizacional y en el liderazgo que permite que persistan? ¿Por qué si hace años sabemos que son incorrectas las seguimos permitiendo?
Uno de los problemas fundamentales que hemos identificado es la tolerancia (o la vista gorda que es lo mismo) al maltrato ejercido por parte de algunos líderes, simplemente porque “son buenos(as) en lo que hacen”, porque funcionan, porque generan beneficios económicos, etc. Esta mentalidad crea un entorno tóxico donde el bienestar y la dignidad de los empleados son sacrificados en aras del éxito financiero.
Es hora de reconocer que el buen liderazgo va más allá de los números azules en una planilla excel.
Por ello creemos que es crucial primero, abordar la formación de líderes y capacitarles para administrar el poder de manera responsable. Muchas veces, los líderes no son conscientes del impacto de sus acciones en los demás o carecen de las habilidades necesarias para liderar de manera efectiva sin recurrir al maltrato. Y segundo, dar las señales correctas, ya que las personas aprendemos de la imitación y el refuerzo, más que de los bonitos discursos puestos en circulación por las áreas de comunicaciones internas. Si nuestra organización promueve unos valores y un modelo de liderazgo virtuoso, entonces debemos extender su influencia a los más importantes ámbitos de la organización, aunque duela.
En definitiva, proponemos un enfoque complejo para abordar estas problemáticas en las organizaciones. Más allá de simplemente cumplir con la ley (que es la base), debemos trabajar para crear una cultura organizacional basada en el respeto, la equidad y la empatía. Esto implica no solo tener protocolos de acción, sino también trabajar en la prevención y en la construcción de relaciones saludables entre colegas y líderes. Promoviendo abiertamente las acciones virtuosas y desincentivando de la misma manera aquellas que se escapan al estilo deseado.
En última instancia, creemos que es hora de mirar más allá de la superficie y abordar las causas subyacentes de los problemas en el lugar de trabajo. Solo entonces podremos crear entornos laborales donde todos puedan prosperar y alcanzar su máximo potencial.
COLUMNA MARCO ANTONIO ABARCA, FUNDADOR HUMAN HUB